Aulas de puertas abiertas. Ana Laura Abramowski
No sin conflictos, la comunidad mapuche de Paila Menuco, provincia de Neuquén, logró una participación activa en las decisiones de la escuela primaria Nº 161. La Comisión Intercultural, formada para tal fin desde hace cuatro años, lucha por elevar el nivel educativo y promueve el fortalecimiento de la identidad mapuche como pueblo originario, muchas veces soslayada o reducida a expresiones folclóricas.
"Uno intenta promover reflexiones sobre ciertas realidades y entender que son producto de construcciones sociales y no del azar", dice Eduardo Champanier, director de la escuela primaria Nº 161 ubicada en el paraje Paila Menuco. Y la reflexión comienza en el momento mismo de nombrar el paraje: "Paila Menuco significa mallín que está de espaldas sobre el faldeo. Este nombre surgió de un trabajo que se hizo junto con los chicos para recuperar el nombre originario del paraje; el nombre impuesto había sido Puente Blanco", cuenta Aníbal, ex alumno de la escuela e integrante de la Comisión Intercultural creada hace cuatro años.Paila Menuco está a 12 kilómetros de la ciudad de San Martín de los Andes, provincia de Neuquén, camino al complejo turístico Cerro Chapelco. Allí viven cerca de 60 familias pertenecientes a la comunidad mapuche Curruhuinca. Alrededor de 70 niños y niñas de esta comunidad y de una comunidad aledaña llamada Vera concurren, entre septiembre y mayo, a esta escuela inaugurada en 1988.Entender que la realidad no es fruto de la casualidad o del destino, comprender que no todas las personas piensan igual frente a los mismos hechos, interrogarse por el sentido de las cosas, animarse a hablar y concebir que la realidad puede ser modificada: estas cosas hoy se enseñan y se aprenden en la escuela 161; pero esto tampoco es producto del azar. Un proceso de acercamiento de la comunidad hacia la escuela, que luego se cristalizó en un conflicto, marcaron un antes y un después. Un punto de inflexión de esta índole bien puede ser la carta de presentación de la escuela.
DE LA ESCUELA DE AYER A LA ESCUELA DE HOY
En mayo de 2001, las familias tomaron una decisión: no enviar durante 15 días a sus hijos a la escuela. "En ese momento yo tenía a mi hijo en 4º grado", cuenta Marta, miembro de la Comisión Intercultural. Reclamábamos una buena educación porque los chicos no salían bien preparados y se les hacía muy difícil seguir la secundaria. Repetían hasta tres veces primer año. Cuando protestábamos de manera individual no lográbamos respuestas.A partir de ahí empezamos a luchar en conjunto".Algo que los libros de pedagogía llaman "alianza familia-escuela" se quebró en aquel momento en esta institución escolar. ¿Cómo fue posible esta alianza? Desde fines del siglo XIX, en una especie de pacto no escrito, los padres parecieron decirle a la escuela: "Te dejo a mis hijos, pero a cambio de algo, porque vos podés darles algo que yo no tengo". Este acuerdo, basado en la confianza y la legitimidad, se sostuvo porque fue percibido como útil y necesario. Muchas cosas cambiaron desde aquel entonces, y la redefinición del vínculo entre las escuelas y las familias muestra que esta alianza puede asumir diferentes formas.La drástica resolución que tomaron las familias de Paila Menuco condensa un proceso de movilización motivado no solo por el bajo nivel de instrucción. Hacia 1996, un grupo de jóvenes de la comunidad se fue acercando a la escuela con la propuesta de trabajar en el fortalecimiento de la cultura mapuche. "Lo que buscábamos era animar a los chicos a hablar de la educación mapuche en la escuela. Cuando nuestros padres, abuelos y nosotros mismos hablábamos de nuestra educación en la escuela, éramos discriminados. Entonces veníamos a decirles a los chicos que podíamos cambiar esa realidad", explica Aníbal, de 27 años.A comienzos del 2001, un cambio de directivos interrumpió esta tarea y se desató el conflicto: "La nueva directora dijo que si queríamos trabajar la educación mapuche lo hiciéramos fuera del ámbito escolar", prosigue Aníbal. La medida tomada por los padres -que contó con el apoyo del equipo de educación de la Coordinación de Organizaciones Mapuche (COM) y de profesores de la Universidad Nacional del Comahue- dio como resultado el alejamiento de la directora y la conformación de una Comisión Intercultural "que se iba a encargar de que se elevara el nivel educativo y de fortalecer la identidad mapuche dentro de la escuela", expresa Marta.
LA COMISIÓN INTERCULTURAL
En la actualidad, la Comisión está conformada por 4 personas:Viviana, Clara, Aníbal y Marta. Su tarea es trabajar junto con los maestros en la planificación institucional. "Vemos qué temas van a dar los maestros y hacemos nuestros aportes", cuenta Aníbal."Nosotros creemos que debemos discutir qué es lo que se les va a dar a nuestros hijos", enfatiza Marta; y Aníbal remata: "Uno, como padre, tiene todo el derecho a plantear yo quiero que mi hijo piense de esta manera y le cuenten estas cosas". Dentro de los debates que instaló la Comisión se encuentran los actos escolares del 12 de octubre y el 25 de mayo, y el juramento de la bandera. Por otra parte, nuevas conmemoraciones van teniendo lugar. "El 24 de junio es un día que hemos trabajado bastante en la escuela. Se conmemora el We Xipantu, que es la renovación de la fertilidad de la naturaleza", explica Aníbal. "Otra fecha es el 6 de noviembre, pero todavía no lo hemos trabajado mucho. Para la sociedad argentina es el día de la creación de los Parques Nacionales", agrega Marta.La comunidad Curruhuinca tiene gran parte de sus tierras dentro del Parque Nacional Lanín. La relación de las comunidades indígenas con la Administración de Parques Nacionales históricamente ha sido conflictiva. Desde hace unos años, la revisión de este vínculo ha dado lugar a que se hable del "comanejo", que es una propuesta de gestión y uso del territorio y de sus recursos en forma conjunta. El Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que ha entrado en vigor en la Argentina en julio de 2001, constituye un marco legal para esta y otras negociaciones que realizan los pueblos originarios en nuestro país.
LA ENSEÑANZA DEL MAPUDUNGUN
En la provincia de Neuquén existe, desde el año 2000, el cargo de maestro de Lengua y Cultura Mapuche. En la escuela 161, Clara, la maestra, fue elegida por la comunidad y vive en el paraje.La incorporación de la enseñanza del mapudungun en las escuelas tiene que ver con la voluntad de recuperar el idioma, pero el modo de entender esta inclusión no está exento de polémicas. En relación con esto, Eduardo Champanier dice: "Primero hay que ver por qué acá no se habla mapudungun. ¿Acaso el idioma se perdió mágicamente? Es necesario ver la decisión de recuperación desde una perspectiva histórica, porque también es cierto que no es una lengua de uso cotidiano". Aníbal agrega: "Dentro de la comunidad, muy pocos hablan mapudungun y esto tiene que ver con la historia que vivió nuestro pueblo. Acá los mapuches fueron muy maltratados y por culpa de eso, los ancianos prefirieron guardar su conocimiento y no transmitirlo".Eduardo alerta sobre las consecuencias de una mala experiencia en el aprendizaje de la lengua: "Cuando se condena al fracaso el aprendizaje de una lengua es mucho peor que no haberlo intentado. Si hace cinco años que están tratando de enseñarme y no aprendo nada, pierdo las ganas; me parece que no es lo mío, que no me pertenece. Hay que ver qué está pasando con este tema. Quizás tiene que ver con repensar algunas cuestiones didácticas. Porque si yo te enseño los pronombres y después los colores, es muy aburrido. Faltaría la función que tiene el lenguaje, cuándo se habla la lengua, por qué".Aníbal y Marta también critican la incorporación del mapudungun a las escuelas, cuando esto se reduce a cierto modo de entender el bilingüismo: "Lo que hacen muchos maestros es traducir la otra cultura a la cultura mapuche, pero nosotros creemos que no debe ser así. Cada palabra mapuche tiene su significado y una explicación amplia. Una ruca, por ejemplo, no es simplemente una casa, una ruca es todo lo que significa para una persona, para la familia. Dentro del español, una casa es una casa, pero la ruca encierra otras cosas. Desde el bilingüismo no podríamos explicar lo que significa una ruca para los mapuches. Esa es la diferencia: dar, junto con el mapudungun, el valor que tiene cada elemento", explica Aníbal.Tanto el término ruca como el resto de las palabras que utilizan Aníbal y Marta, y también Eduardo, están seleccionadas con cuidado, pensadas, no dan lo mismo; son palabras sentidas, criticadas y defendidas, que cobran cuerpo, que vibran, que condensan historias y conflictos. Y esto no tiene que ver con cierta vocación por la práctica retórica, sino con el hecho de que la tarea política y pedagógica es también, o mejor dicho, es por sobre todas las cosas una disputa por los sentidos.
SENTIDOS DE LA INTERCULTURALIDAD
Interculturalidad también es una palabra controvertida: "Este término, que en su momento tuvo una significación determinada, hoy va tomando otras propiedades. Quizás haya que dejarlo para volver a plantear algunas cuestiones que se han relegado. Es un término, a esta altura, sospechoso", dice Eduardo.El riesgo que se corre con este concepto es su uso edulcorado, que puede conducir a la folclorización del otro, esto es, a reconocer a la otra cultura siempre y cuando se trate de sus usos y costumbres, comidas típicas, danzas y artesanías. Por el contrario,Aníbal dice que la educación intercultural "debe poner los conocimientos a un mismo nivel. Nos interesa más que nada la formación en ciencias sociales y naturales, porque desde ahí a las chicas y a los chicos les cambia su forma de entender el mundo, su forma de pensar. Lo que pretendemos es que esa educación le sirva a nuestro pueblo para seguir desarrollándose"."Nosotros somos interculturales por obligación", dice Marta y deja en evidencia que poner en práctica una educación intercultural implica revisar las relaciones de poder que se despliegan en el campo del saber. Por eso la interculturalidad no pasa por mostrar distintas perspectivas sobre un asunto en particular, como si se tratase de simples enfoques que se complementan de manera armónica. La interculturalidad plantea el diálogo entre culturas, pero hay que estar dispuesto a afrontar los desacuerdos que pudieran emerger.El campo de las ciencias naturales presenta un interesante desafío para trabajar desde la interculturalidad, "aunque es más complicado que sociales porque tiene que ver también con las creencias", explica Eduardo. "Para trabajar en naturales estuvimos revisando los contenidos prescriptos en el currículum y algunos conceptos que se deberían tener en cuenta desde la cosmovisión mapuche". Cuenta luego el director: "Una escuela de la zona hizo un lindo trabajo sobre el poder germinativo. Un señor de Quila Quina decía que la semilla conoce la tierra y que no hay que hacer invernaderos. ¿Cómo le vamos a poner un nylon a la madre tierra? Lo que se da es porque se tiene que dar. Es otra concepción de la producción".La matriz escolar moderna se acostumbró a desechar por irracional todo aquello que quedara por fuera de la órbita de lo considerado científico. Es que "la ciencia ha tenido que ver con darle legitimidad a la dominación de una cultura sobre otra", reflexiona Eduardo. "Pero ahora la ciencia ha realizado un proceso interesante, una cosa más de aproximación", agrega. "Hay una profesora que trabaja con gente de la COM, que intenta ligar cuestiones de la cosmovisión mapuche con la energía atómica; es muy interesante su planteo".Otro tema que se aborda todos los años en la escuela es la conquista del desierto: "Es un aspecto histórico fundamental y muy reciente, uno de los genocidios más grandes que hubo en la Argentina", dice Eduardo. Con respecto a la revisión de la enseñanza de las ciencias sociales, el maestro enfatiza que es peligroso caer en una postura poco reflexiva: "los españoles son todos malos, Colón fue remalo. El riesgo en ese caso es no enseñar nada. Entonces, estudiemos y después veamos qué postura ideológica tenemos; salir del bien y del mal, porque esto es muy común".
UN TEMA CONTROVERTIDO: EL TERRITORIO
Un tema crítico para los pueblos originarios es la recuperación del espacio territorial. "Tanto la comunidad Curruhuinca como la Vera poseen el título colectivo de propiedad de tierras. La comunidad Curruhuinca fue pionera en la provincia de Neuquén. En 1989, cuando se promulgó la ley 23.302, tuvo un título de propiedad que pasó a reemplazar la tenencia precaria", cuenta Eduardo.Esta realidad explica por qué, en los grados superiores, se realizó el año pasado un proyecto sobre territorio: "Tuvo que ver con entender la propiedad colectiva, la propiedad individual, la pertenencia; poner en tensión algunos conceptos", afirma el director y prosigue: "Se realizaron entrevistas, mapas con los intercambios -lo que sería el trafkintu-, el trabajo, cómo se fue haciendo una economía más monetaria, el valor de la tierra. No solo cambió la economía sino la relación con el Estado, la aparición de los planes sociales, la desaparición de ciertos medios de producción. Todo eso nos permitió salir de la idea inicial 'somos pobres'. El objetivo era poder reflexionar sobre estas cosas".Recuerda también Eduardo: "Cuando armábamos los mapas de la producción salía muy fuerte el 'No, pero esta línea está mal; nosotros, los de la comunidad Vera, estamos hasta acá'.Y los chicos de la comunidad Curruhuinca decían: 'No, esto es hasta acá'.Entonces invitamos a Viviana a hablar sobre el tema: dónde están las líneas. Un señor de la comunidad, una vez decía: 'Nuestra cultura tiene una concepción más circular del tiempo, de la vida y del territorio, en cambio la cultura con la que convivimos hace cuadraditos. ¿Dónde está la línea? Yo no veo una línea, yo veo el pasto, de acá hasta allá hay una vaca, y la vaca se usa'".
LA ESCUELA EN EL LUGAR DE LOS HECHOS
El proyecto sobre territorio, sin quererlo, se articuló con un conflicto territorial puntual que sucedió hace poco en el paraje. Así lo relata el director de la escuela: "Aparentemente, un ex intendente vendió unas tierras a un grupo de personas que empezó a hacer caminos, a tirar árboles; y la comunidad los paró. Un juez ordenó el desalojo y ante esto se movilizó toda la comunidad con sus abogados y la causa pasó a otra carátula. Fue un tema difícil, son 6 hectáreas, es una lonja bastante importante más allá de que haya 11 mil hectáreas que son propiedad colectiva de la comunidad Curruhuinca."A partir de este conflicto pudimos realizar un trabajo muy interesante, desde el aspecto legislativo, el histórico, el humano. Qué postura teníamos desde la escuela también fue un debate". Y explica: "Trasladamos algunos ámbitos de estudio hacia el lugar, hicimos entrevistas, vimos cuáles eran los distintos actores sociales en el conflicto, el valor inmobiliario de la tierra en San Martín de los Andes", y agrega: "Raúl Díaz, un antropólogo de la Universidad del Comahue que trabaja con nosotros, trajo una idea muy piola: ¿qué indica el teodolito que utiliza el agrimensor y cuánto valor puede tener la palabra de tal o cual abuelo sobre el uso de esas tierras? Nosotros hicimos los mapas con la reconstrucción del espacio viendo para qué se usaban estas tierras y qué seres las habitaban; eso ¿cuánto valor jurídico puede tener en un litigio?".Más adelante, concluye: "Creo que he podido ser testigo de ciertos procesos políticos asombrosos. Hace unos años algunas cuestiones eran impensables y hoy son posibles".A las palabras del director podrían agregarse algunas reflexiones más: ¿Qué papel juegan las escuelas en estos procesos de cambio? ¿En qué medida el currículum y las prácticas pedagógicas pueden contribuir con estas transformaciones? ¿Qué significa que una escuela escuche y se abra a la comunidad? ¿Para qué sirve la escuela? Esta vieja e inagotable pregunta se actualiza a diario, y no por azar, en escuelas como la 161 de Paila Menuco.